Historia de los monogramas
¿Qué es un monograma?
( un extracto del magnífico libro, El arte del monograma por Cynthia Brumback )
Un monograma, por definición literal, es una combinación de letras, normalmente dos o tres, que se entrelazan o superponen para representar a un individuo, municipio, empresa o reino. Sin embargo, esa definición no alcanza a captar la esencia del monograma. ¿Cuál es el verdadero significado de un monograma, esta forma básica de expresión personal que ha permanecido como una constante social en todo el mundo occidental durante casi 3.000 años? Un monograma es una conexión. Vincula a un gobernante con su pueblo, a una marca con su cliente, a una novia con un novio, a una generación de una familia con otra, a un individuo con su futuro. Los monogramas nos conectan con otro tiempo y lugar, con seres queridos del pasado y del presente, y con lo que consideramos esencial en nuestras propias vidas.
La realeza creó la pasión por el monograma y, a lo largo de la historia, la gente ha adoptado los monogramas como una forma de mejorar su vida cotidiana, pero la impresionante historia del monograma se remonta a la antigua Grecia y Roma. La evidencia más antigua conocida de monogramas se encuentra en monedas romanas del siglo VI a. C., que se marcaban con las iniciales del gobernante para autenticarlas y legitimarlas. Los monogramas más duraderos, conocidos como monogramas sagrados, son el Chi-Rho, formado a partir de las dos primeras letras griegas de ΧΡΙΣΤΟΣ, que significa Cristo, y el IHS entrelazado, una abreviatura de la frase latina Jesús el Salvador o Jesús, Salvador de la Humanidad.
El rey al que más se atribuye la creación del monograma es Carlomagno (768-814). Las conquistas militares de Carlomagno se marcaban públicamente con su monograma, un símbolo que se entendía que comunicaba poder y dominio en los diferentes idiomas y alfabetos de la época.
Desde los días de Carlomagno hasta finales del siglo XVII, el monograma era un símbolo de los poderosos. La realeza y los líderes militares utilizaban sus iniciales para formar una marca personal que recordara a los demás su posición e influencia en la sociedad. Los monogramas se utilizaban para autenticar documentos oficiales, marcar edificios gubernamentales e identificar objetos pertenecientes al gobernante en el poder. Durante la Edad Media, el desarrollo del monograma también tuvo un camino paralelo, ya que se empezó a utilizar en ámbitos artísticos, comerciales y religiosos. Los artistas, incluidos pintores, grabadores y ceramistas, utilizaban el método real de marcar y se aprovechaban de los avances tecnológicos y de un alfabeto universal para firmar sus obras. Albrecht Duhrer, un grabador, impresor y pintor alemán, utilizaba su “AD” para firmar sus obras y es uno de los ejemplos más conocidos de esta época. Los intaglios de Wedgwood & Bentley del siglo XVIII también son ejemplos tempranos de monogramas de artistas. Los monogramas de los impresores durante la Edad Media ayudaron a identificar y fechar las primeras obras impresas, como los libros. En el ámbito comercial, se utilizaban a menudo las "marcas de comerciante", que consistían en las iniciales del dueño de la tienda y un símbolo relevante. Estas marcas de comerciante suelen encontrarse en la parte inferior de la porcelana, donde se ve no solo la identidad del fabricante sino también el monograma de la empresa que la vendió.
En los siglos XVIII y XIX, el crecimiento económico y las tendencias estéticas de la época victoriana, combinados con el desarrollo de Estados Unidos, crearon nuevos grupos de personas prósperas que tenían los medios y las aspiraciones sociales para adornar sus pertenencias personales y domésticas con monogramas. Durante este período, la práctica de la monografía se asoció con la riqueza, además del poder. La monografía también era sinónimo de creatividad, aunque en menor medida, ya que muchos artistas y artesanos firmaban sus obras con sus iniciales.
Los monogramas se pusieron de moda y pasaron de moda a lo largo del siglo XX. La popularidad de la personalización a menudo reflejaba el clima político y económico mundial. Antes de la Segunda Guerra Mundial, los monogramas eran populares y armonizaban con muchas tendencias de estilo personal y doméstico. Era esencial tener monogramas en la ropa y los accesorios, especialmente a principios del siglo XX y nuevamente en la década de 1920, una época de gran prosperidad. Durante la Gran Depresión y, más tarde, la Segunda Guerra Mundial, la necesidad de adornar las pertenencias con iniciales disminuyó y se reservó para ocasiones especiales o para aquellos que tenían el talento suficiente para poder monogramar sus propios artículos. Después de la Segunda Guerra Mundial, los monogramas resurgieron como un símbolo importante de los años 1950 y 1960, representando el desempeño de una mujer como ama de casa y madre. En ese momento, se percibía que una mujer que realmente se preocupaba por su esposo y su familia se aseguraba de que su hogar estuviera bien provisto de pertenencias monogramadas.
Hoy en día, la tecnología del siglo XXI ha hecho que los monogramas sean asequibles y accesibles para casi todo el mundo. Ya no es necesario ser un artesano para hacer monogramas. Si bien las tendencias aspiracionales aún influyen en los deseos de las personas, los monogramas hoy son una expresión creativa personal, que a menudo tiene muy poco que ver con la posición social o la riqueza. En este mundo acelerado y de producción en masa, los consumidores utilizan monogramas para crear un estilo individual. Con frecuencia, agregar un toque personal es una herramienta de diseño muy apreciada, y los accesorios y muebles para el hogar con monogramas aparecen regularmente en revistas y catálogos. La influencia de la tecnología también se puede ver en la multitud de artículos personales que se pueden monogramar en dispositivos, como computadoras portátiles, teléfonos móviles y tabletas. Agregar su toque personal a estos artículos es sin duda una declaración de estilo, pero una vez más, sus iniciales marcan y protegen sus posesiones importantes y costosas.